Alguna vez la vida, se ofrece abierta en un paréntesis.
Invita a los viajeros que transitan el mundanal vivir
al derrumbe de todo los muros alzados sobre negaciones
de aquellos que desean -sabiendo que no es permitido-
cruzar más allá de los anhelos.
La voz que en solitario grita a la voz que en solitario explica
arde como antorcha incombustible diciendo: ¡si!
entra, ¡ven a mí!
Ven a mi o dime en qué camino he de poner mis pasos
para llegar a ti.
Ven a mí que nada está prohibido, que nada es negado cuando
quien habla es el sentir.
O dame, simplemente la llave que abre ese paréntesis que tú
rechazas abrir.
Ven, vamos, iniciemos este baile de deseos, esta colina de cumbres
sin vértigos, sin miedos.
Pues sabemos que al cerrar el paréntesis del momento alcanzado
el mundo seguirá girando...
como siempre ha girado.
1 comentario:
Claro que sí, Maribel, es lo que hay que hacer: cruzar más allá de los anhelos; entrar dentro del paréntesis y quedarse dentro. Y que el mundo siga girando como si nada.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
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