Nadie, nadie durmió aquella noche.
De nuevo la parca extendía su sombra
lúgubre en los pensamientos.
Todos, otra vez, repetían la escena:
el llanto mudo, el silencio asfixiante
y el vacío camuflado en tímidos pasos.
Sólo el reloj expresó su lentitud.
mientras todos, todos, nos sentimos nadie.
2 comentarios:
si es que en realidad somos Nadie...
me gustó leerte!!
Un besazo!!
Nada asfixia más que sentir lamuerte entre nosotros.
Uf, Maribel.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
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