En la brevedad que compartimos
se acomoda cómplice el silencio,
aquél que vive repleto de gestos.
Como danza extenuante
se atreve a competir con todo verbo.
No existen vacíos
al instalar la mirada
frente a frente.
Arranca sin freno
el diálogo de pupilas.
Se inicia el vuelo
mudo espasmo de piel, embiste
el golpe continuo y acelerado del latir.
La vida transcurre como sin prisa
y nos roza caminando de puntillas.
3 comentarios:
Muchísimas veces sobran las palabras.
Los ojos también hablan. Y quieren. Y saludan. Y te llaman. Y te insinúan.
En su color se refleja la voz callada que se esconde en cada garganta.
Me ha gustado, Maribel.
Un abrazo de Mos desde su orilla.
Y qué serena es la vida a través de la pupila, cuando el alma está prespuesta a la serenidad.
Abrazos
¡Ay! (suspiro)
¡Ay! (otro más)
Besico,
Anabel, suspirando
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