Me quema el dolor de tu ausencia.
Aun así, mis mudos dedos llevan
el olor recorrido entre los surcos
de tu experiencia.
En tus manos preñadas de seda
encuentra mi piel
el remanso soñado.
Desconozco mañanas
que mi entrega
no vuele a ti.
Ni existen días
donde este alma inquilina
que me alienta
no te retenga en mi.
Llevo engarzada a mis huesos
la eterna primavera
que me ofreces.
Brotes de lava entre mis muslos
al roce de amor viajero de tus labios
por mis senderos.
Florecen mis pechos,
aletargados en un invierno
bajo el rocío de tu mirada.
Me vistes de amor
cuando en amor a ti
me entrego.
6 comentarios:
Me alegra leerte. Espero seguir y seguir y seguir... leyendo.
Ummm, qué delicioso.
Hacía días que no te asomabas a tu página, querida Maribel. Veo que poco a poco regresamos.
Espero que pronto podamos reanudar nuestras lecturas; es increíble, pero tengo mono...
Besos,
Anabel, la Cuentista
Ufff, Maribel, preciosa!!
No sabes cuanto me alegro de verte y poder leerte, que estés...
Me paso a menudo y miro, no digo nada, pero hoy me voy con una sonrisa inmensa.
Gracias por tus palabras en el jardín. No me olvido de cuando llegaste a él.
Un abrazo y un beso muy fuertes.
Regresas ribeteando la ausencia, pero no nos abandones más.
Besitos Maribel.
Hola, Maribel. Me alegro que te hayas animado a dejar un poema. A ver si son como hojas de un árbol ahora que se acerca el otoño. Que caigan muchos. Precioso.
Un besazo.
Gracias a todos por permanecer en este rincón pese a mis ausencias.
Publicar un comentario