jueves, 12 de abril de 2007

CHERCOS (Almeria)


Tatuado en la piel llevo
el aroma de almendro
bañado de rocío.
La ventana de mis años
guarda cortinas de mármol
blanco, como cuna
de mis primeros pasos.
Entre retamas y esparto
cayeron los inicios
de mi vocabulario.
Un sopor de estío eterno
capa de mis hombro de niña
permanece intacto, arraigado
en el pensar
como inicio de una vida.
Los olivos, enredaron la raíz
de mis ojos,
y asoman en esa distancia
que no deja herida
como adormecidos guardianes
de mi tierra.
Agosto brilla en regresos
en calles acogiendo pasos andados.
Precesiones de hijos que no olvidan
recorren un asfalto
que atesora huellas de pasado.
Chumberas, azaleas y geranios
extienden brazos de bienvenida.
San Lorenzo y una radiante Fátima
presiden rezos en la ermita.
Calle de los Riblancos, el soto,
solanilla y una fuente llorando vida,
abren la comitiva.
Tan blanco como en el regreso
seguirá Chercos en la despedida.

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