Te vi caer, tras los hilos rojos
movidos por el viento
hecho añicos llegaste al suelo.
Desposeído de lo que fuiste
desnudo y frío.
Te vi caer, al vacío donde
la oscuridad era más opaca
más olvido, más silencio.
Y nadie reconoció tu cuerpo
y nadie exclamó un lamento.
En la caída pronunciaste nombres
lugares y momentos,
los mismos de tantos ojos
que al iniciar tu vuelo, lo advirtieron.
Te vi caer… ciego y lejos.
2 comentarios:
Sueños así se convierten en terribles pesadillas. Más si el que cae, sigue ciego tras el despertar.
Un abrazo de Mos desde mi orilla.
Las caídas en soledad son aterradoras.
Un saludo Maribel
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