Otra vez sacudiendo mi cansado cuerpo
andáis, negras y colmadas de soledad.
Otra vez vosotras: hirientes sombras
portadoras de angustias
llegáis entre espasmos de suspiros.
Siento vuestro aliento frío
sobre el tejado de mi alma
burlándose, arremetiendo
contra aquellos instantes de mi memoria
donde no viven las lágrimas que de nuevo
me inundan
los que me alejaron entre rasos y primaveras
de vosotras.
Otra vez, insistentes hierros
formáis cadenas como envoltorio de piel
a mis huesos.
Negras, tristes y burlonas
buscando la rendija por donde filtrar
vuestro vacío,
dejando en el, la oquedad del silencio.
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