(Desde Rosas dibujadas)
De una en una
las palabras fueron llegando,
pausadas, tranquilas, sin prisa,
abriendo puertas cerradas
hacía años.
Con gran destreza,
fueron introduciéndose
en cada uno de esos rincones
hasta entonces lacrados.
Encendieron las luces
de la felicidad,
sembraron flores a su paso
y los rayos de sol,
llamados por tanta alegría,
allí se instalaron.
Llegado el momento
en que la dicha era canto
penetró, en un descuido apenas notado,
el silencio.
Y cada una de las palabras
se fue de nuevo encerrando
en cuartos vacíos
inundados por aguas
que los ojos iban dejando.
Sentados de frente:
palabras, luz alegrías
risas, silencios y llantos,
los ventanales del alma
de nuevo se fueron cerrando.
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