Todos los crepúsculos
compartidos
arden en el final de cada tiempo,
como un caleidoscopio, pasan, llegan
mostrando infinitas formas,
infinitos
destellos sin sombra alguna, sin dudas
sin miedo capaz de hacerse sello.
Y llegado este momento
la sal, dejó de escocer en las heridas.
Y llegado este momento
el invierno, exclama luz que no es fría.
Y llegado este momento
la vida, arde por ser vivida.
1 comentario:
Llegado ese punto hagamos caso al invierno que exclama la luz y a la vida que arde por ser vivida.
Que continúe el caleidoscopio sorteando colores a nuestro alrededor.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
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